domingo, 23 de febrero de 2014

Autopsias en las autopistas III



***

Los veo alejarse. Caminan despacio, se difuminan y se vuelven a armar, como si fueran hologramas que llegan desde otro tiempo. Atraviesan la niebla. Siguen caminando y no sé a dónde van. Ya no puedo seguir mirando sin preguntar. Les quiero hablar. Pero no quiero romper el silencio. El silencio que se esparce como miles de cristales de hielo, estalactitas de no-ruido que nos rodean, protegiendonós del afuera peligroso. El puente está viejo, oxidado, y las maderas suenan cada vez que el grupo las pisa. Suenan como avisándome algo que no sé entender.
Entonces necesito hacer algo con las manos, abandonar la quietud y moverme. Sentir el cuerpo metiendosé en el centro del movimiento, el cuerpo llegando al centro de la tierra, el cuerpo renaciendo como un volcán, lavándome, llenándome de lava.
Empiezo a pisar el primer pedazo del puente. Pongo un pie en la madera de adelante, la vanguardia. Nada. No pasa nada más que las fuerzas de la física haciéndose lucir: la lucha, mi cuerpo y la gravedad, yo contra el vacío que empuja todo. Siento adentro cómo empiezo a inventar lugares. Todo pasa en el fondo de mi mente, todo empieza a salir, por mis ojos, por mis poros, por mis órganos que empujan la luz de lo que está por nacer. De lo que estoy por parir. Los lugares nuevos (mundos que no quiero abandonar nunca) flotan sobre una luminosidad cegadora pero borrosa. Es como una niebla (una distinta) yéndose de mí. Yo la expulso y me abrigo.
Camino. Avanzo, corro, corro rápido absorbiendo la velocidad de mi piel. Los quiero alcanzar. Quiero ver qué son. Entonces llego y los miro. Estamos al lado, los veo de cerca y ellos me miran, me notan, saben que estoy y saben que quiero preguntarles. Hay chicas y chicos, son adolescentes, lindos y caminan uno al lado del otro. No son de esta época, estilo rockero del ochenta y algo. Miran hacia adelante agarrados de las manos. Todos. De vez en cuando alguno me mira y me guiña un ojo, alguna que otra chica me sonríe y yo la miro. Suena Real around the fountain. Yo los miro. Ellos se ríen, todos, se agarran de las manos y caminan. No dejan de caminar. Entonces otra vez la lava saliendo del centro de la tierra para atravesarme y lavarme de movimiento, y yo moviéndome. Los paso y me paro adelante como intentando detenerlos y que sepan que quiero que paren y que yo sepa que ellos van a parar porque yo me paro adelante de ellos, en la mitad del puente. Es de noche y la sustancia negra que baña el aire se salpica con los globitos de luces y faroles redondos. Arriba: otros globos, los blancos, las estrellas.
Entonces frenan y parecen de verdad. Creo creer que puedo tocarlos, y es más, creo que puedo tocarlos y que cuando los toque no los voy a atravesar, no voy a estar rompiendo un holograma del pasado si no que, los voy a estar tocando, voy a estar tocando personas del pasado (el pasado que va a estar o está siendo del presente).
Éste no es mi tiempo. Los reconozco. ¿Los reconozco? Me miran como recordandomé. Estoy parada en el medio del puente. Estoy parada en el medio del puente interviniendo su camino. No los dejo pasar. No los quiero dejar pasar porque les quiero preguntar, los quiero tocar, quiero saber por qué ellos, ahora, son mi tiempo. Los toco. Los toqué y es verdad (era verdad) puedo tocarlos sin traspasarlos. Y las grietas se van y ellos están enteros, para mí. Raro. Siguen viendosé en hologramas (suavecitos) pero puedo tocarlos y comprobar que son más duros que mi propia piel. No escapa la posibilidad de que eso signifique la muerte.
Elijo a uno de los primeros chicos. Pelo negro, piel pálida casi de vampiro, ojos verdes. Yo estoy parada en frente de ellos, tres metros, más o menos. La distancia me da seguridad. Seguridad que cuando me acerque se va a caer; y yo me voy a caer adentro de mí misma como si nunca hubiera tenido nada de carne que me sostuviera adentro. Avanzo los pasos que nos separan, levanto un brazo, abro la mano y agarro su brazo. Duro, piedra, (creo que me excito). Entonces el rocker ochentoso me sonríe una sonrisa chica, y yo junto voz y les digo:

– ¿Qué son? –.
– Personas, como vos. Somos un grupo de personas cruzando un puente –.
– Sí, pero... ¿están acá? –.
– Hay muchos acá, pero sí, estamos, en algún acá estamos –.
– No se vayan. Llevenmé –.



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